Como en cada enero desde 1994, por estos días se celebra el Festival Teatro a Mil (FITAM), llenando Santiago y diversas ciudades de Chile con propuestas escénicas que conectan a artistas nacionales e internacionales con el público. Desde teatro familiar y espectáculos callejeros gratuitos hasta obras chilenas imprescindibles y montajes de países como Ucrania, Palestina, Grecia, Alemania, China e India, el festival es un espacio que abre experiencias culturales para todo tipo de público.
Y en la pregunta acerca de cómo generar formatos viables para vincular a las personas con las disciplinas escénicas, con 32 ediciones ininterrumpidas a lo largo de su trayectoria, FITAM es un caso que vale la pena observar.
Cuando el festival se fundó, respondía a una necesidad urgente: ofrecer acceso a obras teatrales de calidad en un país que, tras la dictadura, buscaba rearticular su vida cultural. Sin embargo, el modelo de institucionalidad estatal que había sostenido las artes en décadas anteriores ya no era viable y había que idear un modelo que funcionara.
El grupo encabezado por Carmen Romero y Evelyn Campbell, junto con Francisco Reyes, Alfredo Castro (Teatro La Memoria), Juan Carlos Zagal (ex La Troppa) y Mauricio Celedón (Teatro del Silencio), creó este festival buscando construir un espacio que cada verano diera vida al teatro, consagrándose como un evento anual esperado por el público.
A lo largo de los años, el festival fue ampliando su alcance no sólo en términos de programación, sino también en la creación de instancias de reflexión en torno a la creación artística y fomentando la circulación de obras tanto en Chile como en el extranjero. Así FITAM se consolidó como un referente de la industria cultural chilena y en 2004 se articuló como Fundación Teatro a Mil, lo que le permitió diversificar sus fuentes de financiamiento y captar fondos tanto públicos como privados, que aseguran su sostenibilidad, siendo la Minera Escondida su principal patrocinador.
De esta forma, es interesante observar no solamente las obras que el Festival Teatro a Mil trae cada año, sino también las metodologías que lo sustentan y que han permitido que se sostenga por más de 30 años, e imaginar cómo podrían extenderse a todas las artes en Chile, promoviendo el fortalecimiento de la escena cultural nacional.