Famosa es la historia del proyecto más ambicioso de la folclorista Violeta Parra: La Carpa de La Reina. Aferrada a su pasión por el arte popular y el acceso de las masas a sus diversas expresiones —junto con la voluntad del arquitecto y exalcalde de la comuna, Fernando Castillo Velasco—, Violeta transformó en 1965 una carpa de circo y unos cuantos árboles talados, en un centro cultural único. Funcionando las veces de espacio de formación diurno, con talleristas como Margot Loyola, Raquel Barros, Teresa Vicuña y Gastón Soublette, mientras que de noche las tablas del escenario daban paso a una gran peña musical.
Agotado por la precariedad material del lugar y su poca resistencia a los fríos y vientos del invierno, el proyecto llegó a su fin en 1967, junto con la muerte de su autora. Pero el sueño de la “Casa de la Cultura de La Reina”, el “Centro de Arte Popular” o la “Universidad del Folklore”, como imaginó Parra, sembró en la ciudad de Santiago un ejemplo de promoción artística desde el levantamiento de instituciones que ponen foco en el valor de la cultura y que entregan un espacio para exhibirla y aprender sobre ella.
Casi seis décadas después, la capital chilena cuenta con una cantidad no menor de establecimientos que cumplen con estos cometidos. En el mapa de la urbe, han ido naciendo y también se han ido transformando barrios constituidos como verdaderos polos artísticos que dinamizan la oferta cultural y también dan soporte a distintos usos ciudadanos entre sus paredes. Y hoy, varios proyectos interesantes se asoman como futuros protagonistas de este ecosistema.
Entre ellos, el próximo Museo Memorial Villa San Luis. Emplazado a pasos del Parque Araucano en la comuna de Las Condes, tendrá su inauguración en 2027 y contará con 800 metros cuadrados que darán cuenta de la historia de este emblemático proyecto urbanístico del gobierno de Allende, que fue protagonista de un desalojo forzoso de casi cinco mil personas en plena dictadura.
En el Parque Bicentenario de la comuna de Vitacura, están a punto de comenzar las obras del Nuevo Museo de Santiago (NuMu), que albergará una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más grandes del país. Las obras pertenecientes al empresario y coleccionista Claudio Engel serán ubicadas entre los 7.500 metros cuadrados del proyecto, que contempla salas de exhibición, una sala de arte sonoro, una biblioteca y un auditorio.
Moviéndonos hacia el centro de la ciudad, en la Casona Lastarria del mismo barrio, se está construyendo el Centro Cultural Duoc UC. Este edificio patrimonial de finales del siglo XIX y fachada afrancesada, tendrá su renacer con 2 mil metros cuadrados y, según sus autoridades, será “abierto a la comunidad”, como “un aporte al barrio y a la reactivación del casco histórico”.
Dentro de la misma comuna de Santiago, pero hacia el otro lado de la Alameda, se abrirán dos centros culturales más. El primero, en el barrio San Diego, se trata de la recuperación del abandonado Teatro Roma, un proyecto que busca transformarlo “en un espacio vibrante para las artes escénicas, la música, el cine y la vida nocturna. Una apuesta por la cultura local, la memoria arquitectónica y el encuentro ciudadano”.
En el mítico barrio París-Londres, famoso por su estética europea con calles de adoquines y varias sedes de partidos políticos, se prepara para este año la inauguración del Centro Cultural Espacio Londres, un espacio educativo y cultural que contará con 1.500 metros cuadrados. En ellos se incluirán un laboratorio de biotecnología, restaurante y escuela de cocina, una biblioteca, salas para exposiciones artísticas y científicas que “mantendrán una cartelera con contenido para distintos públicos”, además de un auditorio para artes digitales para cientos de personas, que contará con tecnología inmersiva.
También durante este año, la Universidad de Chile inaugurará VM20, la nueva sede el Centro de Extensión Artística y Cultural (CEAC), cuya gran sala sinfónica será la primera del país con ingeniería acústica de punta. Y tras ocho años de detención, durante 2025 se reactivarán las obras de la segunda etapa del Centro Cultural GAM, que considera la habilitación de 16 mil metros cuadrados y una sala principal para más de 4 mil espectadores.
Y así como algunas iniciativas abren, también son numerosas los que deben bajar las cortinas cada año por falta de financiamiento y de apoyo. Cabe desear que los proyectos culturales que se suman hoy al mapa santiaguino cuenten con planes de gestión sólidos, que les permitan evitar la misma suerte que el sueño de Violeta, y sigan contribuyendo al enriquecimiento cultural de la ciudad por muchos años más.