Durante estos primeros días de enero, el gobierno de Gabriel Boric sufrió un revés con la intención de adquirir los inmuebles que funcionaron como casas de los expresidentes Patricio Aylwin y Salvador Allende. Las compraventas habían sido anunciadas en diciembre, respaldadas por la facultad del Fisco para “reconocer y adquirir bienes que constituyan un patrimonio histórico y cultural para la nación, con el fin de administrarlos, protegerlos y darles buen uso”.
Las gestiones involucraron al Ministerio de Bienes Nacionales y, más tarde, se incorporaría también el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Sin embargo, la norma constitucional que prohíbe que autoridades congresistas y ministeriales celebren contratos con el Estado, obligó a poner marcha atrás a la compra de la casa de Allende, ya que involucra como herederas del patrimonio a la senadora Isabel Allende y la ministra Maya Fernández.
Pero más allá de la búsqueda de una nueva fórmula que permita el cometido inicial, cabe preguntarse por qué los hogares presidenciales pueden o deben ser reconocidos como museos, qué atributos los hacen especiales y cuáles son aquellos ejemplos a los que poner atención.
En Chile, el caso más emblemático es el de la Casa Museo Eduardo Frei Montalva, en donde el ex mandatario habitó durante sus últimas cuatro décadas de vida. No obstante, es la familia quien posee su propiedad y quienes, a través de una Fundación, pueden recabar fondos privados y públicos para la conservación del espacio, la muestra de sus colecciones y la programación de sus usos.
Entre otras vivencias que marcaron la historia republicana del país, por esa casa pasó la reina Isabel II de Inglaterra en su visita a Chile en 1968, pero también se encuentran piezas de arte como el óleo “Toconao” de Nemesio Antúnez. Por otra parte, en la casona de Allende, una de las involucradas en la polémica, se encuentran objetos de interés patrimonial como los muebles del célebre Carlos Landea, y el retrato “La Tencha” que le hizo Oswaldo Guayasamín a la ex primera dama, Hortensia Bussi.
Estos lugares presentan al mismo tiempo la posibilidad de adentrarse a la historia de un país, como también la de acceder a colecciones únicas de arte. Proponen una mirada del cotidiano que permiten al público acercarse desde la familiaridad de un hogar, a través de espacios de uso común como cocinas, dormitorios y baños, y presentan sus colecciones a ciertos públicos más distantes a los museos clásicos. Con ello también defienden la importancia de ser considerados como espacios de exhibición y encuentro para realidades sociales cada vez más distantes las unas con las otras.
Como dijo Ernesto Sábato en “Sobre héroes y tumbas”: “No son las paredes, ni el techo, ni el piso lo que individualiza la casa sino esos seres que la viven con sus conversaciones, sus risas, con sus amores y odios”.