Cuando un museo exhibe una pieza perteneciente a una comunidad indígena, ¿la está protegiendo o la está reteniendo? ¿Qué debería hacer este museo cuando la comunidad indígena en cuestión reclama la pieza? ¿Es siquiera posible imaginar la restitución de todas las piezas que fueron extraídas en el contexto colonial y que hoy se encuentran en grandes colecciones?
Los museos del mundo se enfrentan cada vez de forma más frecuente tanto a estas preguntas como a enérgicas demandas de restitución desde distintas comunidades, lo que plantea una paradoja prácticamente imposible de resolver, ya que, esta problemática, que en apariencia enfrenta el patrimonio y la justicia histórica, es en realidad un dilema en el que se contraponen distintas visiones del mundo.
Para algunas culturas indígenas, estos objetos no son piezas de exhibición, sino seres dotados de vida, elementos esenciales de su espiritualidad y que son centrales en sus tradiciones. En la cosmovisión de estos pueblos, una estatua ceremonial o una máscara ritual no son sólo vestigios de su cultura, ni mucho menos obras de arte, sino que son parte viva de su tejido social y simbólico. Es lo que pasa por ejemplo con el moai Hoa Hakananai’a, el «amigo robado» que fue extraído de Rapa Nui a mediados del siglo XIX y que hoy es una de las principales atracciones del Museo Británico de Londres. Mientras, su presencia sigue siendo reclamada por el pueblo rapanui, que lo considera un ser con mana o energía espiritual, que es fundamental en su cosmovisión y mantiene la conexión con su pasado.
La película “Dahomey” (2024) ilustra bien esta problemática. En ella, objetos rituales africanos narran en su propia voz sobrenatural su viaje de retorno a su tierra natal, Benín, tras haber estado en exhibición en un museo de París durante más de un siglo. Como si despertaran de un largo sueño, al llegar a su destino, surgen entre los pobladores locales conversaciones profundas sobre su significado e importancia: recuerdan lo que se perdió durante la colonización; como lenguas, tradiciones y parte de su historia, pero también critican que se devuelva solo un puñado de entre los más de 7 mil objetos pendientes de restitución.
Para el historiador y curador del Museo de Arte Precolombino, Claudio Alvarado Lincopi, en esta problemática hay un primer reconocimiento que es muy complejo que los museos lo desarrollen y es que todas sus colecciones están de alguna manera articuladas con el fenómeno colonial. Desde su parecer, otro asunto que tensiona la relación entre comunidades y museos, es que las instituciones que contienen acervos culturales de pueblos indígenas no tengan en su directorio a personas indígenas.
Por otro lado, no está en discusión que estas piezas sean parte del patrimonio de la humanidad, pero también es cierto que al convertirse en piezas de exhibición han sido despojadas de sus contextos y función original. La profesora del Instituto de Estética UC, Claudia Lira Latuz lo plantea con claridad: «Todo patrimonio es un arma de doble filo. Lo protege, pero también lo detiene, lo encasilla». Esta tensión es la que hace que la demanda por la restitución de estos objetos no sea simplemente un gesto simbólico, sino un llamado a repensar la relación entre el mundo académico, los museos y los pueblos indígenas.
El capítulo del programa de conversación impulsado por la Dirección de Creación Artística de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo,
“Diálogos de lo (im)posible”, esta semana está dedicado a este tema y lo hemos titulado “Comunidades indígenas y museos. Restitución y apropiación”. En este episodio, tanto Claudia Lira como Claudio Alvarado, analizan en profundidad este fenómeno, en una conversación que apunta a construir una relación más respetuosa y una mejor convivencia intercultural. Acompáñanos y súmate a esta conversación.