Recientemente la Cámara de Diputadas y Diputados aprobó una resolución para la posible eliminación del Impuesto de Valor Agregado (IVA) del 19% a los libros. Según los autores y promotores de la moción, el alto costo de los libros sería el principal factor de la baja tasa de lectura en Chile.
Lo anterior ha encendido el debate entre dos opiniones contrapuestas. Por un lado, quienes creen en esta medida como sine qua non para ver un incremento en los hábitos de lectura y a este impuesto como causa de una diferencia cultural, en donde sólo los sectores más acomodados pueden acceder a libros, incentivando así la piratería en los grupos populares. Por otra parte, están aquellos que dicen que esta iniciativa sólo beneficia a quienes ya son ávidos lectores porque pertenecen a tramos socioeconómicos superiores, tuvieron acceso a educación de calidad y compran libros regularmente.
Sin tener una respuesta clara sobre cómo lograrlo, lo evidente es que como sociedad nos interesa desarrollar una cultura enriquecida, con mejor y más educación, esperando dar como resultado una población bien informada y culta. Sin embargo, un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aseguró que casi la mitad de los adultos y adultas de nuestro país no comprenden del todo lo que leen.
¿Qué otros factores están afectando hoy a las y los chilenos en sus lecturas? Según el estudio “Leer en Chile 2022. Encuesta de hábitos y percepciones lectoras en Chile”, realizada por Ipsos y Fundación La Fuente, la falta de tiempo es la principal razón para no leer con mayor frecuencia.
Por eso, además de la discusión sobre el acceso, haría falta también pensar en la limitada oferta de bibliotecas y librerías de barrio, que prestan ejemplares de forma gratuita o bien, ofrecen espacios de encuentro para amantes de los libros. Sobre este tema han hecho hincapié libreros de Qué Leo y Tripantu con cartas al diario El Mercurio, recalcando la desigualdad de precios a los que se les vende, por ejemplo a supermercados, tiendas online o grandes comercios, que estarían haciendo desaparecer a las librerías de barrio. Impulsar un proyecto de ley de precio único, señalan, ayudaría a la subsistencia de estos espacios e incentivaría la proliferación de los mismos para “tomarse en serio la difusión al fomento lector”.
En un país que alberga el récord latinoamericano con la mayor cantidad de Premios Nobel de Literatura, sigue siendo un desafío el desarrollo del interés colectivo por la lectura. Y a 80 años de recibir su galardón, siguen resonando las palabras de Gabriela Mistral: “Hacer leer, como se come, todos los días, hasta que la lectura sea, como el mirar, un ejercicio natural, pero gozoso siempre” (“Pasión de leer”, 1935).